En esta isla están todos encantados de su República de Irlanda. Sobre todo les encanta el hecho de ser una república; es su gran estandarte. El IRA que ayudó a separarles de los británicos es el "Irish Republican Army" al fin y al cabo. Sin embargo, de todo lo que política y administrativamente representa la palabra "república" lo que más simbolismo tiene para ellos es el hecho de no estar bajo la soberanía de ninguna reina de alguna isla cercana, sino gobernados por sí mismos. Han elegido ser republicanos porque los británicos son monárquicos, es su manera de ser diferentes, una reacción más que una decisión.
Se podría hablar mucho del asunto y tampoco estoy yo como guiri con mes y medio de experiencia como irlandés como para ponerme a analizar su historia. Sin embargo, lo que sí que puedo hacer es alquilarme un coche en Dublín y pillar la autopista que va a Belfast conduciendo por la izquierda a ver que se cuece por esa parte de Irlanda totalmente traumatizada por el divorcio de sus padres.
Lo de conducir por el lado izquierdo es extraño, pero te acostumbras en poco rato. Los pedales están en el mismo orden que los del continente y la palanca de cambios también. La diferencia es que se cambia con la mano izquierda acompañada de un puñetazo instintivo a la puerta con tu mano derecha. Gajes del oficio. Mientras vayas con más coches por la carretera se va bien, pero en cuento te quedas solo ya no sabes que desvío tomar ni por qué carril hay que meterse. Es una experiencia entretenida, aunque también algo estresante. Creo que nunca me habían pitado tanto en un fin de semana, aunque no sé cuanto puede influir el ir por allí con una matrícula republicana.
De todo esto yo solo saco que nos toca sufrir las consecuencias de nuestra historia. Nuestros platos nacionales vienen de lo que se podía apañar rápido en tiempos de penuria, nuestras costumbres de lo que exigía el clima, nuestro legado de lo que respetaran las guerras; y ya no queda nadie que lo haya vivido para explicárnoslo. Aprendemos de lo que tenemos a mano, y como ni mires y viajes más allá vas a ver muy poco del pastel. Como Platón y su mito de las sombras. No me gustaría nacer, crecer y morir en el norte de Irlanda. De entre todos los sentimientos humanos alrededor de los cuales puedes basar tu existencia, el odio no tiene pinta de ser el correcto.